Título: “Hijos de Dune”
Título original:”Children of Dune”
Autor: Frank Herbert
Año en que fue publicado: 1976
“…-No es necesario. Tiene mi protección, mi empeño. Nada malo puede ocurrirle
aquí.
No puede ser tan ingenuo, pensó Idaho.
Pero Stilgar se estaba poniendo en pie para indicar que la entrevista había
terminado.
Idaho se levantó también, sintiendo la pesadez en sus párpados, el cansancio en sus rodillas. En el momento en que Idaho se ponía en pie, un ayudante entró y se hizo a un lado. Javid penetró en la estancia tras él. Idaho se giró. Stilgar estaba cuatro pasos más allá. Sin vacilar, Idaho extrajo su cuchillo en un rápido movimiento, y lo enterró en el pecho del desprevenido Javid. El hombre se echó hacia atrás, arrancándose del cuchillo con su movimiento. Giró sobre si mismo, cayó boca abajo. Sus piernas se estremecieron. Estaba muerto.
-Así se silencia a los chismosos -dijo Idaho.
El ayudante permanecía inmóvil, con el cuchillo instintivamente desenfundado, sin saber cómo reaccionar. Idaho había vuelto a enfundar su propio cuchillo, dejando un rastro de sangre en el borde de su amarilla ropa.
-¡Has manchado mi honor! -gritó Stilgar-. Este es territorio neutral...!
-¡Cállate! -Idaho miró ferozmente al impresionado Naib-. ¡Llevas un collar, Stilgar!
Era uno de los tres insultos más mortales que se podía dirigir a un Fremen. Stilgar palideció.
-Eres un siervo -dijo Idaho-. Has vendido a tus Fremen por su agua.
Este era el segundo entre los más mortales insultos, d que había destruido al Jacurutu original.
Stilgar rechinó los dientes y posó una mano sobre su crys. El ayudante retrocedió, alejándose del cuerpo tendido ante la puerta.
Girando la espalda al Naib, Idaho se dirigió hacia la puerta, pasando por el estrecho espacio dejado por el cuerpo de Javid y lanzando el tercer insulto sin girar la cabeza:
-Tú no tienes la inmortalidad, Stilgar. Ninguno de tus descendientes lleva tú sangre!
-¿Adónde vas ahora, mentat? -gritó Stilgar, mientras Idaho proseguía su camino fuera de la estancia. La voz de Stilgar era tan fría como el viento procedente del polo.
-A buscar Jacurutu -dijo Idaho, sin girarse tampoco.
Stilgar desenfundó su cuchillo.
-Quizá pueda ayudarte.
Idaho estaba en la parte de afuera de la puerta ahora. Sin detenerse, dijo:
-Si deseas ayudarme con tu cuchillo, ladrón de agua, hazlo por favor por la espalda. Es la forma de luchar de alguien que lleva puesto el collar de un demonio.
Stilgar atravesó la estancia con dos zancadas, saltó por encima del cuerpo de Javid, y sujetó a Idaho en el pasillo exterior. Una descarnada mano obligó a Idaho a detenerse y a girarse. Stilgar afrontó a Idaho con dientes chirriantes y el cuchillo desenfundado. Tal era su ira que ni siquiera vio la curiosa sonrisa que cruzaba el rostro de Idaho.
-¡Desenfunda tu cuchillo, escoria mentat! -rugió Stilgar.
Idaho sonrió. Abofeteó secamente a Stilgar, primero con su mano izquierda, luego con la derecha, dos secas bofetadas de lleno en la cara.
Con un incoherente bramido, Stilgar hundió el cuchillo en el abdomen de Idaho, empujando hacia arriba a través del diafragma, en busca del corazón.
Idaho se relajó sobre la hoja, sonriendo a Stilgar, cuya rabia se disolvió en un helado estupor.
-Dos veces muerto por los Atreides -farfulló Idaho-Y la segunda vez por una razón no mejor que la primera.
-Se derrumbó hacia un lado, cayendo boca abajo sobre el suelo de piedra. La sangre manó abundantemente de su herida.
Stilgar dejó que su vista vagase del cuchillo chorreante de sangre al cuerpo de Idaho, e inspiró profunda y temblorosamente. Javid yacía muerto tras él. Y el consorte de Alia, el Seno del Cielo, yacía muerto a manos del propio Stilgar.
Podía argumentar que un Naib debía proteger el honor de su nombre, vindicando la amenaza a su prometida neutralidad. Pero aquel hombre muerto era Duncan Idaho. Ningún argumento era válido, no servían las
, nada podía borrar un tal acto. Incluso aunque Alia lo aprobara privadamente, se verla obligada a tomar públicamente venganza. Después de todo, ella también era Fremen. Para gobernar a los Fremen no podía ser ninguna otra cosa, ni en el más mínimo grado. Sólo entonces se le ocurrió a Stilgar que aquella situación era precisamente lo que había pretendido Idaho con su «segunda muerte>…”
Otro muy buen libro, la historia sigue siendo muy compleja, la lectura es en partes algo lenta, en partes fluida, pero sí te pesca ya no quieres dejar de leerla. Un ejemplo de la complejidad de la historia es la frase que manejan mucho en esta serie que dice: “Presiento que estamos en un momento en el que hay una finta detrás una finta detrás una finta”.
En esta entrada hay un gran cambio, el personaje principal ya no es Paul Atreides, ahora seguimos a su hijo, el pequeño pero ancestral Leto Atreides II (ancestral porque dentro de el existen tantas vidas que se remontan hasta el principio de la existencia). El personaje secundario más importante de la entrada pasada era Duncan Idaho, y pues básicamente en el libro anterior la historia giraba alrededor de él, aunque ahora sigue siendo muy importante éste ya se ve en una situación diferente. Gurney Halleck sale muy poco en este igual que en la entrada anterior y la primera, y solamente porque en una ocasión priva de vida a un fremen traicionero, no habría participado en mucha acción, pues se supone que él y Duncan son los mejores combatientes que existen entre los hombres de los Atriedes. Volvemos a ver a Dama Jessica, tenemos a la hermana gemela de Leto II Ghanima, y el naib del sietch Tabr Stilgar, quien sigue siendo muy importante en la historia, y también nos topamos con un personaje enigmático conocido como el Predicador, quien profesa el final del imperio Atreides y hace ver lo errónea que es la religión de Muad´Dib. Aquí el personaje que más ha cambiado es Alia, la hermana pequeña de Paul Muad´Dib; quien en esta ocasión es la antagonista de la historia, debido a una situación en la que se ve corrompida por nada más y nada menos que… (na, sería demasiado spoiler decir quien esta detrás de todo, pero se que quienes ya leyeron el libro, rápidamente recordaran quien es).
Ahora Leto se ve en la necesidad de tomar las nuevas decisiones para poder salvar al imperio, ya que hasta los fremen están flaqueando, están regordetes por el agua que ahora abunda en Arrakis (ya nadie le llama DUNE a este intrigante planeta encargado de producir la sustancia de la que el universo gira alrededor de) y esto se debe a que la vida es más cómoda, ya no necesitan luchar contra el desierto para sobrevivir, ahora viven en la ciudad o tienen tanta agua, que la vida en los sietch´s ya no es tan difícil que pueden llevársela cómodamente, y debido a que existe una pésima regencia, ya que el planeta se vuelve demasiado verde y húmedo, los gusanos comienzan a perder su territorio y morir, por lo que ya sólo hay un 10% de la producción de “Melange” y todo apunta que se cesará de producir en menos de 100 años. Dicha situación nos muestra el declive del imperio, ahora ya la religión basada en Muad´Dib esta totalmente fuera de control, se ha convertido en una religión deteriorada y corrupta. Entonces Leto quien a pesar de ser físicamente un niño se ve en la necesidad de actuar, si no lo hace él, el imperio cesará de existir.
Hay dos situaciones que para mi pudieron ser diferentes, una, ¿Qué paso con la grandeza de Paul?, no me figuro a un personaje tan imponente como él era diluyéndose como sucede aquí. Y Duncan esta desmoralizado por lo que le ha sucedido a Alia, sigue siendo muy inteligente debido a que es un mentat ghola, y gracias a él se desencadena todo el final, pero siendo mi personaje favorito desde la segunda entrada, me sentí mal que lo mataran, porque a final de cuentas cuando te agrada tanto un personaje es lo último que quieres que les suceda, igual que cuando asesinaron a Siegfried en el cantar de los Nibelungos, casi golpeo al libro del coraje.
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